La finalización del período presidencial y el consiguiente surgimiento de candidatos reveló la fragilidad de la concordancia. Avellaneda pareció inclinarse por su ministro Julio A. Roca, entanto que los mitristas y alsinistas alzaron el nombre del nuevo gobernador de Buenos Aires, Carlos Tejedor.
Los econos políticos llegaron a un punto crítico cuando nuevamente se agitó el problema de la capitalizacion de Buenos Aires, sostenida por el presidente y tenazmente combatida por la instransigencia porteñista.
En un discurso pronunciado por el gobernador Tejedor hizo alusión a los deberes de las autoridades provinciales "para con su huésped, el presidente de la República".
Esta calificación enconó más los ánimos: los porteños, basados en su poderío económico y en la hegemonía que ejercía sobre el resto del país, no estaban dispuestos a perder su cuidad y se negaban firmemente a la federalización. Avellaneda, por su parte, estba dispuesto a hacer valer la soberanía de su poder en todo el territorio nacional y haciendo alusión a Buenos Aires expresó que "nada hay en la Nación superior a la Nación misma".
El gobierno bonaerense comenzó a realizar movilizaciones militares, que provocaron diarias agitaciones y culminaron con el adiestramientode los ciudadanos en el manejo de las armas. Frente a tal actitud, el gobierno nacional consiguió sancionar una ley que prohibía a las provincias la movilización de sus milicias. Buenos Aires, sin tomar en cuenta las estipulaciones de la ley recientemente sancionada, siguió con sus aprestos bélicos y cuando el gobierno nacional intentó requisar un barco cargado de armas destinado a la provincia, Tejedor enció al coronel Arias quien impidió la maniobra de las fuerzas nacionales.
jueves, 6 de mayo de 2010
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