La campaña bonaerense: el imperio del miedo
Como ya hemos dicho, la expedición al
Después de la batalla de Caseros (1852) en la etapa de organización nacional, la coalición indígena de Calfucurá -ya erigido en "soberano indiscutido del desierto"- amenazó continuamente la frontera, y los malones arrasaron las poblaciones de la campaña bonaerense. A su vez, las tribus consideradas "amigas" por
Los ataques de los indios se habían visto agravados a raíz de los conflictos internos y exteriores que debió afrontar la Nación. Las luchas intestinas -de partido- y la guerra contra el Paraguay desestabilizaron la frontera, ya que los hombres destinados a su salvaguarda estaban comprometidos en otras contiendas. Con la solución de estos conflictos, creció la necesidad de terminar con la furia del salvaje y se planificaron, entonces, diferentes sistemas para su contención.
En 1873 murió Calfucurá en su aduar de Salinas Grandes. Al año siguiente fue asesinado el cacique Cipriano Catriel, aliado del gobierno y pertinaz enemigo de la barbarie tribal. Su hermano Juan José, cuya ferocidad era manifiesta, se alzó con la jefatura de la horda y violó los tratados ajustados con las utoridades. Namuncurá (Pie de Piedra), hijo y heredero de Calfucurá -tan cruel como su padre- rechizo la confederación pampeana y atrajo en alianza a Juan José y a otros caciques (Renque-Curá, Rumay, Pincén); con ellos, y con 2000 araucanos llegados de
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