jueves, 13 de mayo de 2010

Campaña Bonaerense

La campaña bonaerense: el imperio del miedo

Como ya hemos dicho, la expedición al desierto protagonizada por D. Juan manuel de Rosas, aplacó el furor de los indios durante más de veinte años. No obstante en 1834, la pampa se vio sacudida por la entrada en escena del cacique chileno Calfucurá (Piedra Azul) quien, con su horda, se instaló en la región de Salinas Grandes, después de exterminar a las tribus que estaban allí asentadas. Desde el territorio salinero, denominado Chilié (Pequeño Chile) por Calfucurá, el temible cacique dominó a las demás hordas que, por temor y avidez al botín, se le sometieron.

Después de la batalla de Caseros (1852) en la etapa de organización nacional, la coalición indígena de Calfucurá -ya erigido en "soberano indiscutido del desierto"- amenazó continuamente la frontera, y los malones arrasaron las poblaciones de la campaña bonaerense. A su vez, las tribus consideradas "amigas" por haber pactado con el gobierno, vivían en zonas aledañas a la línea de la frontera. Desde allí colaboraron con las autoridades nacionales cumpliendo misiones auxiliares en el desierto y lucharon, codo a codo, junto a las milicias de los fortines.

Los ataques de los indios se habían visto agravados a raíz de los conflictos internos y exteriores que debió afrontar la Nación. Las luchas intestinas -de partido- y la guerra contra el Paraguay desestabilizaron la frontera, ya que los hombres destinados a su salvaguarda estaban comprometidos en otras contiendas. Con la solución de estos conflictos, creció la necesidad de terminar con la furia del salvaje y se planificaron, entonces, diferentes sistemas para su contención.

En 1873 murió Calfucurá en su aduar de Salinas Grandes. Al año siguiente fue asesinado el cacique Cipriano Catriel, aliado del gobierno y pertinaz enemigo de la barbarie tribal. Su hermano Juan José, cuya ferocidad era manifiesta, se alzó con la jefatura de la horda y violó los tratados ajustados con las utoridades. Namuncurá (Pie de Piedra), hijo y heredero de Calfucurá -tan cruel como su padre- rechizo la confederación pampeana y atrajo en alianza a Juan José y a otros caciques (Renque-Curá, Rumay, Pincén); con ellos, y con 2000 araucanos llegados de Chile, desató nuevamente sus malones sobre las ciudades fronterizas. El terror volvió a adueñarse de la campaña.

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