Avellaneda propicia la conciliación de los partidos
Luego de los sucesos derivados de la revolución de 1874 los partidos se miraban con profundo recelo. Los mitristas habían proclamado la abstención cívica y la prescindencia en los asuntos oficiales. Avellaneda se dispuso a conseguir la conciliación nacional. A tal fin propuso la amnistía de los revolucionarios del 74 lo cual derivó en el acercamiento de los mitristas. El presidente logró que tanto Adolfo Alsina como Mitre
-irreconciliables adversarios- se avinieran a la política de conciliación a la que se sumó el gobernador de la provincia de Buenos Aires, Carlos Casares.
La federalización de Buenos Aires: la República ya tiene capital
La finalización del período presidencial y el consiguiente surgimiento de candidatos reveló la fragilidad de la concordancia. Avellaneda pareció inclinarse por su ministro Julio A. Roca, entanto que los mitristas y alsinistas alzaron el nombre del nuevo gobernador de Buenos Aires, Carlos Tejedor.
Los econos políticos llegaron a un punto crítico cuando nuevamente se agitó el problema de la capitalizacion de Buenos Aires, sostenida por el presidente y tenazmente combatida por la instransigencia porteñista.
En un discurso pronunciado por el gobernador Tejedor hizo alusión a los deberes de las autoridades provinciales "para con su huésped, el presidente de la República".
Esta calificación enconó más los ánimos: los porteños, basados en su poderío económico y en la hegemonía que ejercía sobre el resto del país, no estaban dispuestos a perder su cuidad y se negaban firmemente a la federalización. Avellaneda, por su parte, estba dispuesto a hacer valer la soberanía de su poder en todo el territorio nacional y haciendo alusión a Buenos Aires expresó que "nada hay en la Nación superior a la Nación misma".
El gobierno bonaerense comenzó a realizar movilizaciones militares, que provocaron diarias agitaciones y culminaron con el adiestramientode los ciudadanos en el manejo de las armas. Frente a tal actitud, el gobierno nacional consiguió sancionar una ley que prohibía a las provincias la movilización de sus milicias. Buenos Aires, sin tomar en cuenta las estipulaciones de la ley recientemente sancionada, siguió con sus aprestos bélicos y cuando el gobierno nacional intentó requisar un barco cargado de armas destinado a la provincia, Tejedor enció al coronel Arias quien impidió la maniobra de las fuerzas nacionales.
La beligerancia entre el gobierno central y la provincia había llegado a su punto culminante. Avellaneda juzgó intolerable la situación y dispuso el retiro de su gobierno de la ciudad y dictó un decreto designado al pueblo de Belgrano como sede transitoria de gobierno. El Senado, la Corte Suprema y la mitad de los diputados, acompañaron al presidente. Avellaneda ordenó la concentración del ejército nacional que sitió la ciudad de Buenos Aires. El desenlace se obtuvo después de sangrientos combates: Puente Alsina, los Corrales y en San José de Flores, en las inmediaciones de la antigua Convalescencia(en Barracas), donde murieron centenares de argentinos de ambas partes hasta producirse la total derrota de los porteños.
Mitre -que apoyó a los sublevados- ofició de mediador entre Avellaneda y Tejedor. Según las bases del acuerdo suscripto, se dispuso el desarme de las fuerzas provinciales, la renuncia de Tejedor y su reemplazo por el vicegobernador José María Moreno.
jueves, 29 de abril de 2010
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Cubo
ResponderEliminarJuan es
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