jueves, 27 de mayo de 2010

Avellaneda Presidente

En 1868, Sarmiento fue electo presidente y designó a Nicolás Avellaneda en la cartera más importante en la estrategia del sanjuanino: el Ministerio de Justicia e Instrucción Pública. Desde allí llevará adelante los ambiciosos proyectos educativos de Sarmiento: centenares de escuelas primarias, decenas de escuelas normales y colegios nacionales en todo el país. En 1874, al finalizar la presidencia de Sarmiento, fue electo presidente de la República. Mitre, el candidato derrotado, denunció fraude y se levantó en armas contra el triunfo de Avellaneda. A los pocos meses fue derrotado en el combate de La Verde por las fuerzas del General Roca. Mitre fue condenado a prisión por un tribunal militar, pero fue indultado por el presidente Avellaneda quien además, como muestra de su voluntad de pacificación incorporó al Gabinete a Rufino de Elizalde y José María Gutiérrez, dos reconocidos mitristas. Siguiendo la consigna de Alberdi "gobernar es poblar", Avellaneda promovió en 1876 la sanción de la Ley de Inmigración conocida como Ley Avellaneda, que aparecía como una promesa interesante de tierras y trabajo para los campesinos europeos. En pocos años, duplicó el flujo inmigratorio. Avellaneda enfrentó los efectos perdurables de la grave crisis económica que se había desatado a fines de la presidencia de Sarmiento, con medidas extremas como la disminución del presupuesto, suspensión de la convertibilidad del papel moneda a oro, la rebaja de sueldos y los despidos de empleados públicos.

jueves, 13 de mayo de 2010

Campaña Bonaerense

La campaña bonaerense: el imperio del miedo

Como ya hemos dicho, la expedición al desierto protagonizada por D. Juan manuel de Rosas, aplacó el furor de los indios durante más de veinte años. No obstante en 1834, la pampa se vio sacudida por la entrada en escena del cacique chileno Calfucurá (Piedra Azul) quien, con su horda, se instaló en la región de Salinas Grandes, después de exterminar a las tribus que estaban allí asentadas. Desde el territorio salinero, denominado Chilié (Pequeño Chile) por Calfucurá, el temible cacique dominó a las demás hordas que, por temor y avidez al botín, se le sometieron.

Después de la batalla de Caseros (1852) en la etapa de organización nacional, la coalición indígena de Calfucurá -ya erigido en "soberano indiscutido del desierto"- amenazó continuamente la frontera, y los malones arrasaron las poblaciones de la campaña bonaerense. A su vez, las tribus consideradas "amigas" por haber pactado con el gobierno, vivían en zonas aledañas a la línea de la frontera. Desde allí colaboraron con las autoridades nacionales cumpliendo misiones auxiliares en el desierto y lucharon, codo a codo, junto a las milicias de los fortines.

Los ataques de los indios se habían visto agravados a raíz de los conflictos internos y exteriores que debió afrontar la Nación. Las luchas intestinas -de partido- y la guerra contra el Paraguay desestabilizaron la frontera, ya que los hombres destinados a su salvaguarda estaban comprometidos en otras contiendas. Con la solución de estos conflictos, creció la necesidad de terminar con la furia del salvaje y se planificaron, entonces, diferentes sistemas para su contención.

En 1873 murió Calfucurá en su aduar de Salinas Grandes. Al año siguiente fue asesinado el cacique Cipriano Catriel, aliado del gobierno y pertinaz enemigo de la barbarie tribal. Su hermano Juan José, cuya ferocidad era manifiesta, se alzó con la jefatura de la horda y violó los tratados ajustados con las utoridades. Namuncurá (Pie de Piedra), hijo y heredero de Calfucurá -tan cruel como su padre- rechizo la confederación pampeana y atrajo en alianza a Juan José y a otros caciques (Renque-Curá, Rumay, Pincén); con ellos, y con 2000 araucanos llegados de Chile, desató nuevamente sus malones sobre las ciudades fronterizas. El terror volvió a adueñarse de la campaña.

jueves, 6 de mayo de 2010

Federalizacion de Bs. As.

La finalización del período presidencial y el consiguiente surgimiento de candidatos reveló la fragilidad de la concordancia. Avellaneda pareció inclinarse por su ministro Julio A. Roca, entanto que los mitristas y alsinistas alzaron el nombre del nuevo gobernador de Buenos Aires, Carlos Tejedor.
Los econos políticos llegaron a un punto crítico cuando nuevamente se agitó el problema de la capitalizacion de Buenos Aires, sostenida por el presidente y tenazmente combatida por la instransigencia porteñista.
En un discurso pronunciado por el gobernador Tejedor hizo alusión a los deberes de las autoridades provinciales "para con su huésped, el presidente de la República".
Esta calificación enconó más los ánimos: los porteños, basados en su poderío económico y en la hegemonía que ejercía sobre el resto del país, no estaban dispuestos a perder su cuidad y se negaban firmemente a la federalización. Avellaneda, por su parte, estba dispuesto a hacer valer la soberanía de su poder en todo el territorio nacional y haciendo alusión a Buenos Aires expresó que "nada hay en la Nación superior a la Nación misma".
El gobierno bonaerense comenzó a realizar movilizaciones militares, que provocaron diarias agitaciones y culminaron con el adiestramientode los ciudadanos en el manejo de las armas. Frente a tal actitud, el gobierno nacional consiguió sancionar una ley que prohibía a las provincias la movilización de sus milicias. Buenos Aires, sin tomar en cuenta las estipulaciones de la ley recientemente sancionada, siguió con sus aprestos bélicos y cuando el gobierno nacional intentó requisar un barco cargado de armas destinado a la provincia, Tejedor enció al coronel Arias quien impidió la maniobra de las fuerzas nacionales.

Federalizacion de Bs. As.

La finalización del período presidencial y el consiguiente surgimiento de candidatos reveló la fragilidad de la concordancia. Avellaneda pareció inclinarse por su ministro Julio A. Roca, entanto que los mitristas y alsinistas alzaron el nombre del nuevo gobernador de Buenos Aires, Carlos Tejedor.
Los econos políticos llegaron a un punto crítico cuando nuevamente se agitó el problema de la capitalizacion de Buenos Aires, sostenida por el presidente y tenazmente combatida por la instransigencia porteñista.
En un discurso pronunciado por el gobernador Tejedor hizo alusión a los deberes de las autoridades provinciales "para con su huésped, el presidente de la República".
Esta calificación enconó más los ánimos: los porteños, basados en su poderío económico y en la hegemonía que ejercía sobre el resto del país, no estaban dispuestos a perder su cuidad y se negaban firmemente a la federalización. Avellaneda, por su parte, estba dispuesto a hacer valer la soberanía de su poder en todo el territorio nacional y haciendo alusión a Buenos Aires expresó que "nada hay en la Nación superior a la Nación misma".
El gobierno bonaerense comenzó a realizar movilizaciones militares, que provocaron diarias agitaciones y culminaron con el adiestramientode los ciudadanos en el manejo de las armas. Frente a tal actitud, el gobierno nacional consiguió sancionar una ley que prohibía a las provincias la movilización de sus milicias. Buenos Aires, sin tomar en cuenta las estipulaciones de la ley recientemente sancionada, siguió con sus aprestos bélicos y cuando el gobierno nacional intentó requisar un barco cargado de armas destinado a la provincia, Tejedor enció al coronel Arias quien impidió la maniobra de las fuerzas nacionales.